«No en vano se nace al pie de un volcán» reza un dicho arequipeño para aludir a una identidad que se enorgullece por la forma en la que lucha para obtener diversas reivindicaciones, al tiempo que, como el Misti, sobresale por encima del resto. Sin embargo, viendo el caos en que está sumergida la ciudad de Arequipa, la famosa frase parece destinada solo a evocaciones nostálgicas, ya que no se traduce en la actitud de sus autoridades o de sus ciudadanos.
Acabamos de celebrar el 477° Aniversario de una de las ciudades más contaminadas del Perú. Esto se debe a la confluencia de varios factores: la prosperidad económica de muchos pobladores que no han dudado en comprar un auto o varios en una sola familia; la precarización del transporte público con unidades vehiculares que son la prueba andante de la corrupción en las plantas de revisión técnica, y el incremento del transporte público informal.
La única mención que el presidente Pedro Pablo Kuczynski hizo sobre Arequipa en su mensaje a la Nación, fue el impulso que daría el gobierno a la creación de una «Autoridad de Transporte», que también promoverá en Lima, Trujillo y Piura. Por el momento, la propuesta solo fue presentada para Lima – Callao.
Esta autoridad tendría entre sus facultades el poner orden al transporte en la Ciudad Blanca, un problema que no ha sabido manejar con eficiencia el alcalde provincial de Arequipa, por falta de decisión y manejo político. El retraso en la implementación del Sistema Integrado de Transporte (SIT) ha sido la excusa perfecta para no hacer nada respecto de las licencias de rutas de las empresas que actualmente están en circulación. Además se permitió ilegalmente la circulación de unidades pequeñas para el transporte de pasajeros.
El contexto del retraso en las obras del SIT tiene que ver con el ofrecimiento del gobierno de Humala para instalar un monorriel, sorpresiva propuesta promovida por Carlos Paredes, su ministro de Transportes. Esta declaración se hizo sin contar con los estudios técnicos respectivos y se sumó a ella la especie de amenaza lanzada por el entonces congresista Juan Carlos Eguren que dijo que, de no aceptar Arequipa los 1200 millones de inversión en el proyecto, éstos se irían al Norte. Para coronar este cúmulo de desaciertos, la alcaldía provincial no ha podido hacer valer su autoridad para que las decenas de camiones que pasan por todas las arterias de la ciudad, lo hagan en un horario de menor tránsito, considerando la estrechez de las vías.
Otro tema crítico es el acceso a la ciudad por el Cono Norte. Allí confluyen el transporte de pasajeros al Valle del Colca, Cusco, Puno y Puerto Maldonado, el transporte de minerales e insumos para Las Bambas, Antapacay y para la actividad minera en Caylloma, el cemento de la Planta de Yura y el flujo vehicular de los cientos de miles de habitantes del cono norte, la zona de mayor expansión urbana. La gestión de la gobernadora Yamila Osorio consiguió el permiso del Consejo Regional para endeudarse y comenzar la nueva vía al Cono Norte, y comenzó a apalancar recursos de las arcas nacionales. Sin embargo, se desconoce cuándo podría ejecutarse esta importante obra.
Arequipa necesita una gran inversión en infraestructura vial, que está lejos de cubrirse con sus ajustados presupuestos municipales o con el presupuesto regional. Si bien el Ministerio de Transportes y Comunicaciones ha designado recursos para obras como la Variante de Uchumayo y la carretera Arequipa – La Joya, diversos hallazgos de corrupción y deficiencias en los expedientes técnicos, han hecho que el retraso en su ejecución sea otro trago amargo más para el ciudadano, que a pie o subido en una combi, sufre los efectos de la congestión vehicular.
El caos del transporte tiene a la base la precarización de la economía y la nula capacidad del modelo para dar ocupación a los 300 000 nuevos empleos que se requieren cada año; ante ello, el transporte se convierte en uno de los principales refugios del desempleo. Basta tener un brevete para emplearse y generarse ingresos de subsistencia conduciendo taxis, combis, micros o incluso transporte pesado en el mar de la informalidad.
¿Qué hacer? Todo parece indicar que lo que nos queda es mejorar nuestra elección de autoridades el próximo año. Con la caída en la licitación del Viaducto Salaverry, proyecto que lleva en la grupa serios cuestionamientos técnicos, el SIT seguirá siendo solamente una promesa electoral.
desco Opina – Regional / 25 de agosto de 2017
Programa Regional Sur