La elección del general José Williams como presidente del Congreso de la República, es un dato político muy importante. En primer lugar, no es el primer ni el único militar retirado que vemos en el recinto parlamentario, durante los últimos 20 años. A modo de explicación, debe recordarse que la ley 28480 del 30 de marzo de 2005, reformó el artículo 34 de la Constitución Política del Perú, reconociendo a los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú, el derecho al voto y a la participación ciudadana.
Este mandato tomó forma en las elecciones del 2006, cuando los efectivos militares ejercitaron por primera vez su derecho al voto. Desde entonces, ha sido habitual que oficiales retirados de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional sean parte de la representación política del país. En esa línea, si bien no tenemos ningún estudio que permita vislumbrar siquiera las tendencias que podrían tener los votos que provienen de las denominadas familias militar, naval y policial no sería descabellado pensar, por una serie de razones, que podríamos estar ante un comportamiento electoral esencialmente corporativo.
Esta conjetura, podemos relacionarla con una primera constatación significativa. El congresista que obtuvo la mayor votación en el actual Congreso es el almirante Jorge Montoya, con 138 231 votos. El siguiente fue José Luna Gálvez, que tuvo 91 055; entre uno y otro hay 47 176 votos de diferencia, una cifra superior a la cantidad que lograron 121 congresistas. Demás está decir que el almirante Montoya fue, también de lejos, el representante con mayor votación de su partido, Renovación Popular, seguido por María Jáuregui, con 68 003 votos.
El siguiente militar congresista más votado fue el general José Williams, de Avanza País, con 44 789 votos, sólo superado por Adriana Tudela (47 139 votos). Luego, está el almirante José Cueto Aservi, con 36 769 votos que lo hicieron el cuarto congresista más votado de Renovación Popular. A continuación, estuvo el general Roberto Chiabra, de Alianza para el Progreso (organización a la que ya renunció), con 19 222 votos, superado por Alejandro Soto, Gladys Echaíz y Segundo Acuña[1].
Entonces, no solo debemos considerar que Montoya fue el congresista más votado, sino también que Williams obtuvo la posición 11, Cueto la 15 y Chiabra la 42. Es decir, los cuatro militares que integran el actual Congreso de la República se ubicaron en el primer tercio de los congresistas más votados. Las preguntas que siguen a continuación, casi de manera natural son, entre otras, ¿quiénes votaron por ellos?, ¿a quiénes representan? y ¿ante quiénes y cómo debieran rendir cuentas?
En todo caso, si bien no podemos afirmar casi nada sobre las características de sus votantes, algo puede deducirse de los objetivos de su acción política, a partir de su actividad parlamentaria. Así, una primera cuestión a remarcar es que todos ellos concentran parte importante de su actividad en la Comisión de Defensa Nacional, Orden Interno, Desarrollo Alternativo y Lucha contra las Drogas. Los cuatro parlamentarios mencionados forman parte de ella, siendo el congresista Williams quien la preside, mientras el representante Montoya se desempeña como secretario de ésta. Otro espacio de acción es la Comisión de Inteligencia, donde encontraremos a tres de los cuatro oficiales retirados: Cueto, quien la preside, Williams y Chiabra.
Williams, en su exposición sobre los objetivos que se propone la Comisión de Defensa, señala que la labor legislativa, debe estar enfocada en producir “las normas necesarias para el mejor funcionamiento de los sectores e instituciones que tenemos a cargo en nuestra comisión [cursivas nuestras]; algunas de ellas están referidas a la Policía Nacional del Perú, a los Institutos Armados, a los Bomberos, entre otros”.
Sobre esto, si se toman en cuenta los proyectos de ley que se han procesado en dicha comisión, constataremos que están en línea con lo afirmado por Williams, lo cual, plantea una situación a discutir sobre las maneras políticas que adoptan los militares para procesar sus propias demandas y, además, inducir al resto del sistema político a alinearse a las perspectivas y visiones que los oficiales congresistas proponen a sus colegas.
Es decir, no es que se esté militarizando el sistema político, sino, por el contrario, los militares ahora se expresan a través de las reglas democráticas, en lugar de subvertirlas mediante golpes de Estado, como ocurría en un pasado cada vez más lejano. Este es un cambio crucial que merece no perderse de vista.
desco Opina / 23 de setiembre de 2022